rafael seminario y los inicios del cine animado peruano
En estos días de extraordinarios y vertiginosos progresos tecnológicos en el mundo, tenemos una clara noción del presente de la animación peruana gracias al conocimiento de los sistemas digitales, que han sido decisivos en su desarrollo y difusión. Sin embargo, por una desconocida razón, acerca de su pasado y sus orígenes se tiene, por lo general, una idea lamentablemente vaga.
-Por Raúl Rivera Escobar- (*)
Escena de "Sorpresas Limeñas" (Rafael Seminario, 1957). Foto diario Ultima Hora |
Altos costos de producción y ausencia de inversionistas -entre otros factores- dispuestos a aportar capital en el dudoso negocio de la producción fílmica impedirían avances concretos en el área, los cuales no se darían sino hasta inicios de la década del cincuenta del siglo anterior.
Así, en 1953, un reportaje publicado en el diario limeño última Hora presentaba a Augusto López y Rafael Seminario, dos jóvenes artistas asociados a través de la empresa “El Lápiz Mágico”, quienes informaban con orgullo sobre sus iniciales logros en el campo de la animación: el rodaje, en diciembre de 1952, de un corto de experimentación, el primero del que se tiene noticia en nuestro país.
Pero, a diferencia de López -de quien la prensa no daría ya más cuenta en adelante- Seminario habría de continuar estrechamente vinculado al ambiente cinematográfico, llegando a hacerse, con el tiempo, de un nombre conocido y respetado dentro de la animación local.
Nacido en Lima en 1930, Rafael Seminario fue dibujante del diario Jornada, de donde pasaría a La Prensa y, más adelante, a última Hora. Para ese entonces, era ya un artista muy solicitado en el mundillo social capitalino, donde se había hecho conocido como un hábil retratista al óleo.
Interesado por la animación a través de la ampliamente conocida obra de Disney (cuyo estilo sería uno de los principales referentes en su trabajo posterior), Seminario decidió crear sus propios dibujos animados, contactando originalmente con un técnico de la Metro Goldwyn Mayer y otro de la venezolana Bolívar Films, sin llegar a acuerdo alguno con ellos.
Sería así que, tras su asociación con López, llegaría al fin a resultados específicos en el área de producción, realizando aquel corto experimental -de una duración de cinco minutos- en el que ya aparecía Periquito, un individuo de aspecto infantil ataviado con sombrero rural y poncho típico, uno de los primeros personajes del dibujo animado peruano.
No obstante, la obra de este realizador no recibiría la difusión debida hasta tiempo después, cuando obtiene el apoyo de empresarios visionarios que sabrían confiar en sus habilidades técnicas y artísticas, así como en las amplias posibilidades de aquel importante medio audiovisual -como ya se veía por entonces a la animación-.
Cumplidos cinco años de sus primeros acercamientos al dibujo animado, Seminario haría ingresar por la puerta grande una obra suya al circuito de exhibición cinematográfica nacional: Sorpresas Limeñas.
"Bimbo", personaje animado por Seminario desde los años sesenta |
Acogida con beneplácito por la crítica especializada, algunas de sus escenas claves nos mostraban una humanizada torre del parque universitario de Lima bostezando, un divertido gato interpretando una melodía criolla y una pareja de personajes (uno de ellos era el propio Periquito) ataviada con trajes típicos, ejecutando una colorida marinera. El corolario, como no podía ser de otro modo, lo constituía la promoción de Inca Kola, la bebida que auspiciaba el corto.
Dueño de una técnica impecable en la concepción grafica y la dinámica de sus personajes, Seminario había sido el creador, animador y director del corto que -luego de ser mostrado a productores, publicistas y broadcasters- sería presentado al público limeño en los cines Diamante y Orrantia, con gran suceso. Sorpresas limeñas llegaría así a constituirse en el primer eslabón de una cadena de éxitos que caracterizaría la obra del realizador limeño.
Luego de esta producción, Seminario continuaría elaborando animaciones publicitarias para cine, llegando a realizar trabajos encargados desde el extranjero (a la época de Sorpresas limeñas pertenecen dos cortos realizados para una agencia de publicidad venezolana, uno realizado para Coca Cola y otro para Camel) que le permitirían difundir su labor en países como Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia y Chile.
Con la llegada de la televisión comercial al Perú en 1958, Rafael Seminario sería uno de los primeros en incursionar con dibujos animados en el nuevo medio de comunicación. Se encargaría de hacer dos cortos semanales (de un minuto de duración cada uno) de animación publicitaria para el programa de sketches Bar Cristal, emitido desde 1959 por América Televisión, canal 4.
Tras formar sociedad, brevemente, con el animador Carlos Valle y el periodista Luis Ossio Pastor en una productora de animación (en la que haría algunos de sus primeros trabajos el destacado animador Sadi Robles), Seminario continuaría en un estudio propio a lo largo de la década del sesenta, desplegando su ingenio en la creación de cientos de animaciones publicitarias y presentaciones de programas para los canales 4 y 5. En este último medio televisivo trabajaría en estrecha coordinación con Manuel Delgado Parker, uno de sus conocidos propietarios.
"Pacto Andino" (Rafael Seminario, 1976) - Cortesía Industria Andina del Cine.JPG |
Por entonces, la señal captada en los receptores de televisión era aún en blanco y negro, razón por la cual los personajes animados, plasmados en acetatos antes de su filmación cuadro por cuadro, eran dibujados y pintados sobre la base de esa escala cromática.
En 1968, trabajando nuevamente para la corporación Lindley e Hijos S.A. crea, para constituirlo en personaje-emblema de una nueva línea de refrescos, a Bimbo: un simpático osito vestido con pantalones de tirantes, sombrero de paja y monóculo, que marcaría toda una época en la publicidad peruana. Seminario rodaría cinco cortos del personaje (el cual, más adelante, sería animado por otros realizadores) que serían difundidos en cine y televisión.
Posteriormente a la dación en 1972 –en pleno gobierno militar– de la ley 19327 que implantaba la obligatoriedad de la exhibición de cortos nacionales en los cines, Seminario hace nuevamente historia al crear, bajo la producción de Industria Andina del Cine -de Fortunato Brown-, el primer cortometraje animado de carácter no publicitario en el Perú: Pacto Andino (1976).
De una duración de diez minutos y treinta segundos, el corto era un evidente intento de promoción del acuerdo firmado en Cartagena en 1969 por un grupo de países del área andina, cada uno de los cuales estaba representado por un personaje en la película. La enseñanza de apelar a la unidad sudamericana –de inspiración bolivariana- como base del desarrollo de la región (para enfrentar los propósitos expansionistas de las grandes economías del orbe) constituía el mensaje más importante del film.
Con Industria Andina del Cine rodaría Seminario aún dos cortos: Balanza Comercial (1976) y Un país sin desarrollo (1981), realzada con la narración del carismático folclorista Nicomedes Santa Cruz.
Seminario se propuso en algún momento buscar gente capacitada para desempeñarse en el campo de la animación. Fue así que, a mediados de la década del setenta, abrió un instituto, ubicado en la avenida Arenales, dedicado a la enseñanza formal de la animación. Este fue quizás el primer esfuerzo de esa naturaleza llevado a cabo en nuestro país y, aunque no duró más de dos años, sirvió eficazmente como medio para dar a conocer una serie de talentos que luego colaborarían en algunas de sus producciones.
Hacia esa misma época realizaría una serie de cortos animados educativos que serían transmitidos en el programa infantil Los niños y su mundo, conducido en canal 4 por la popular estrella televisiva Yola Polastri.
"Un país sin desarrollo" (Rafael Seminario, 1981) - Cortesía Industria Andina del Cine. |
Durante la década de los ochenta, Seminario estaría ocupado en la realización de trabajos cinematográficos encargados por la UNESCO, entre los que destacan El Tratado de la trucha, Alfabetización en Puno y El Robachicos. Aquellos serían sus últimos trabajos en animación.
En los años posteriores, estaría dedicado a labores publicitarias, no dejando de lado el área gráfica, teniendo siempre pendiente la idea de realizar proyectos integrales que involucren la difusión de sus personajes e historias, simultáneamente, a través de diversos medios de comunicación.
El legado de Seminario es bastante amplio y merece ser aprovechado por las generaciones de animadores de hoy.
Dentro de un panorama en que la tecnología digital domina la posibilidad de cualquier esfuerzo de producción, la iniciativa, el empeño y los elevados niveles creativos y artísticos que llegara a demostrar en su obra deben ser tomados en cuenta como fuente de inspiración por los que recién se inician y ven con nuevos bríos el horizonte de nuestra prometedora animación actual.
(*) Raúl Rivera Escobar (Lima, 1968) es Historiador del Arte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima. Es autor de No somos nada (Lima, 1998), Caricatura en el Perú. El período clásico (Primera edición: Fondo Editorial de la Biblioteca Nacional del Perú / Lima, 2005; segunda edición: BNP y Universidad de San Martín de Porres / Lima, 2006), La era silente del dibujo animado (Fondo Editorial UNMSM / Lima, 2007) y El cine de animación en el Perú. Bases para una historia (Fondo Editorial Universidad Alas Peruanas / Lima, 2011).